Corría el minuto 29, yo tenía la pelota, el marcador se acababa de empatar a 2 debido a un error de nuestro portero; el honor estaba en juego pues el equipo de enfrente era el que nos había dado unas arrastradas de dimensiones titánicas. Entonces, como les contaba, tenía la pelota sobre la banda izquierda cuando de pronto veo llegar de frente a su lateral derecho con la mirada fija en mí, hago finta de pase largo. Cayó. Recorté sobre su derecha y me dejé ir con velocidad sobre esa pradera. La porra vitoreaba nuestro nombre. Las fanfarrias se desbordaban sobre nosotros como catsup sobre un hot-dog.
El área rival estaba repleta de la hordas enemigas. De pronto veo a Fernandito aproximándose a la media luna, no dudé, di el pase. Me despedí del balón, rogándole que fuera un simpatizante más de nuestra causa.
Fernandito recibió el balón. Dejó que saliera el primer defensivo. Tómala babuchas, un globito al centro del área, dónde se encontraba nuestro único ariete. Mientras el balón iba bajando a su encuentro con el suelo; Chucho, delantero aliado, estaba empeñado en que no fuera así, se alzó por los aires como águila al vuelo. Sus marcadores estaban atentos de cualquier movimiento suyo, la batalla se había convertido en calidad de aérea.
El tiempo casi finalizaba.
Un milagro, Chucho logró peinar, cual barbero italiano, el balón. Picado, el portero se estiró cuan largo es pero no lo logró, el balón había hecho retumbar el zaguán de la entrada a nuestra primaria.
La maestra Laura daba por terminado el receso,¡los de cuarto habían vencido a los de sexto por primera vez!Y de qué forma.
Gloria, eso fue lo que sintió nuestro corazón ese día. Regresamos a nuestro salón con la victoria en nuestras manos sin saber que nunca volveríamos a ganar.
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2 comentarios:
épicas batallas las libradas en momentos parecidos al que describes.
Buen post!
Está buenísimo!!
Ni el Perro Bermúdez! :-))))
Una narración de antología...
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